Tuvo lugar el día 22 de Octubre de 1894, antes de que nuestra Madre Clarita ingresara a la vida religiosa; en un templo de Celaya llamado "Beaterio", en donde asistía a la Santa Misa, pidiendo a Dios nuestro Señor, la gracia de conocer su vocación.
A la hora de la congregación, vio descender del cielo un rayo de luz, y de pie sobre una nube, a un Niño semi-desnudo, de hermosura tierna y encantadora; con la mirada hacia abajo, sus braszos extendidos y con las palmas de las manos hacia arriba.
Nuestra Madre Clarita, se sentía al mismo tiempo gozosa por tan delicada distinción y confundida por el bajo concepto que tenía de ella misma; pero tuvo valor para iniciar el siguiente dialogo:
* Yo fui quien te hablo de la vida religiosa cuando eras niña y quise que quedaras sorda, hasta que volvieras a escuchar mi voz.
> Este vil átomo te desea para que le hagas conocer el estado de vida en que me quieres.
* En el estado religioso, le contestó el precioso niño.
> Mi enfermedad es un obstáculo.
* Yo mismo seré tu médico y medicina.
> Soy pobre, no tengo dote, y no estoy en condiciones para adquirirla.
* Yo mismo me encargaré de ti y seré tu sostén y tu fiador.
> ¿Por qué estas desnudo siendo rey del Cielo y Tierra?
* Así es como te quiero, desprendido de todo lo terreno.
> ¿Porqué tus ojos purísimos sobre mí?
* Así los he tenido y los tendré hasta el fin para atender a todos tus necesidades.
> ¿Porqué la posición de tus manitas?
* Para levantarte a una elevada perfección a ti y a tus obras.
Nuestra Madre Clarita discurría acerca de todo cuanto estaba observando y ya no se atrevió a hablar, pero admiraba, preguntaba y recibía la contestación en su interior.
> ¿Por qué estás tan cerca de mí?
* Tanto así me ha atraído tu humildad.
> ¡Que hermosa nube!
* Esa nube es tu oración
Y diciendo esto, desapareció
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